Pero aparte, en primavera llueve día por medio (menos donde hace falta, ok, las sequías son un bajón pero no estoy hablando de eso).
La lluvia sirve para que:
- En mi trabajo se inunde todo, se resuelva abrir la rejilla que hay en un cuarto y empiecen a brotar y desfilar las cucarachas como si nada (true story, pasó el viernes, por suerte no estaba).
- Las viejas salgan a pasear y mirar vidrieras con paraguas del tamaño de una sombrilla que taparía a 4 en la playa de Mar del Plata. A ver señora, en Corrientes y Gascón o modera el tamaño de su arma mortal o se moja un poco.
- Yo confiese mis traumas con el paraguas: los rompo, siempre. Los chiquitos (esos que sirven tan bien para llevar en la cartera de la dama y la campera o mochila del caballero) no me duran ni dos tormentas, los grandes duran más pero los uso menos porque son molestísimos. Debe ser por eso que duran.
- Yo confiese un segundo trauma: compartir paraguas es medio un garrón. Todo bien si quienes lo comparten tienen la misma altura (petiso-petiso o alto-alto). Otras variantes resultan casi siempre en que las petisas nos mojamos. Y no hay romanticismo o amistad que lo resuelva.
- Yo haga un post sobre la lluvia y sea lo menos original del mundo, hoy que todos hablan de ella.
1 comentario:
lo que si se es q no sirve para recitales... desde el recital de charly la lluvia me da miedo .. jajaja
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