sábado, 21 de junio de 2008

Charlas productivas

Siguiendo con la temática Sex & The City, y siguiendo con una conversación con dos amigas que surgió justamente de comentar la película en sus elementos más machistas (el perdón a los hombres de la pelicula por toda clase de traición), me acordé de este texto, que escribí hace algún tiempo después de oootra conversación con amigas.

Se los dejo, en su momento lo llamé (Des)equilibrio

- ¿Y qué querés que te diga?

- Nada, algo…no se ¿nada se te ocurre?

Y no se me ocurría. La miraba desnuda. Mientras la miraba, dejaba de a poco de estar desnuda. Seguramente impulsada por mi frialdad, había empezado a vestirse. No sabía qué decir, cómo justificar aquello ¿era realmente necesario explicar lo que hasta ahora no habíamos explicado?

La puta madre. Yo pensé que se entendía, flaca. Tantos años igual, todo tranquilo. Vos feliz, yo también.

Si no era feliz, tendría que haberlo dicho…antes ¡Pero MUCHO antes! Mucho antes de que todo se complicara tanto. Se sabe que no es lo mismo arrancar algo cuando recién comienza que después ¿Haría mucho que todo había cambiado sin que yo me diera cuenta? No podía ser, lo habría notado ¿o no? ¡Qué manera de venir a joder las cosas! Era simple. Pero tendría que haber sabido que las minas siempre complican todo.

Pensé que vos no. Me equivoqué fulero.

Ahora todo tendría que cambiar. Aunque ella no lo quisiera ver ni mucho menos aceptarlo. Tendría que cambiar de la peor manera, terminando.

Mientras se subía al taxi, justo antes de cerrarle la puerta desde afuera, lo pensé una vez más, recordando para asegurarme de que había sido así

- Te amo

- ¿Y qué querés que te diga?

El taxi comenzó a moverse y pude verla aún por unos segundos más. Esa fue la última vez. Estaba llorando.




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