miércoles, 21 de abril de 2010

Panamá (relato de un viaje ajeno)

Ese viaje fue seguido por toda la familia. Las fotos y videos llegaban como pedacitos de aventura disponibles para que los que estabamos acá también los pudiésemos disfrutar. Los mails contaban historias de lugares misteriosos, mágicos, con casas de agua, agua, agua, por todos lados. Y playa. Playa de fondo de todas las fotos.
También, con tímido orgullo, contaba de sus pinturas. De sus peces y pulpos y cangrejos, criaturas que supo dotar de una vida y colores que los hicieron simpáticos e interesantes. Puntitos uno al lado del otro, paciencia China. Esas fotos no llegaban, por más que se las pedí muchas veces. Toda la libertad panameña parecía convertirse en timidez a la hora de dar el paso de mostrar sus creaciones. Por fin, me tocó ver las fotos de esos cuadros bajo la luz de todo lo que pasó después. Igual me encantaron.
Quiero quedarme con su viaje de aventuras, con su viaje de colores y caribe. Del otro viaje, del que ya hace dos años, ese viaje más argentino y cotidiano, a bordo de un colectivo que la dejaría a merced de otro, preferiría olvidarme aunque se que es imposible. De ella tampoco me voy a olvidar nunca.

2 comentarios:

bar dijo...

Linda: Recién ahora re-conectada , me senté a leer tu blog. Se que es un poquito tarde, pero te mando un abrazo bien grande, no se sirve de mucho pero me dieron muchas ganas de dártelo.
te quiero!
pd: me acaba de llegar un mensaje tuyo, conexión mental que le dicen..

Pataza dijo...

Los abrazos no están de más nunca, siempre sirven! Gracias Bar!