domingo, 14 de marzo de 2010

Quejas sobre quejarme

- El techo tiene humedad desde exactamente dos semanas antes y dos días después (distintos lugares) que me mudé. A la mina de la administración la llamé durante, ponele, un mes. Después me aburrí.
- El aire acondicionado tardaron 3 semanas en instalarlo. Insistí y vinieron.
- El aire acondicionado ahora no me deja poner la cortina porque está muy bajo y torcido. Para que vinieran a cambiarlo llamé 5 veces, aprox. Ahora ya me aburrí y prefiero bajar el barral.
- Papá dice que me cobraron de más la instalación del aire. Sí, dale, ya llamo de nuevo..
- El celular nuevo de pronto no tenía lugar más que para dos canciones. Casi me quedo sin la memoria que no me habían dado por no ir al local a pedirla. Por suerte papá me obligó, me llevó en el auto, y ahora la tengo.
- El otro día anoté el número de interno de un colectivero con el que me había enojado por alguna razón, pero jamás llamé para quejarme.

Me dí cuenta de que quejarme, reclamar, enojarme en diferido con prestadores de servicio y afines me da muchísima fiaca. En cambio, para los escandaletes del tipo "ehh... te pedí hace media hora una coca y no me la trajiste" soy bastante buena y efectiva. Siempre que sea en el momento, después ya me parece bastante más desgastante y aburrido.


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