sábado, 6 de septiembre de 2008

Sonrisas baratas

Resulta que hay cosas muy chiquitas por la calle que, si uno las acompaña con un poquito de sol, un poquito de buena música en los auriculares y la promesa de no muchas obligaciones por la tarde de ese mismo día, pueden resultar en un auténtico catalizador para la sonrisa y el buen humor.
Por caso, un graffiti ingenioso en alguna pared, un personaje interesante que se nos cruce, alguna postal porteña ...
El jueves, cuando salía del trabajo y mientras caminaba hacia la parada de colectivo, divisé en la esquina opuesta en diagonal a la que yo me hallaba:
Un "garita" (o seguridad, no sé cuál es el término correcto) que mientras cumplía con su cotidiana jornada de trabajo dentro de su estrecho lugar de ídem, procedía a cumplir con otra ocupación cotidiana: afeitarse. Espuma y todo, el hombre realizaba esta delicada tarea tranquilamente a la vista de los transeúntes.
De mi parte, gracias. Me arrancó una sonrisa.

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